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domingo, 24 de mayo de 2009

Aquellos hombres de Mayo


Ellos no eran perfectos. Tampoco mártires, ni mucho menos héroes inmaculados. Tenían sus grandezas y tenían sus miserias. La historia que por generaciones se ha contado en la Argentina los eleva a un podio inaccesible. Ciudades, calles, pueblos y barrios llevan hoy sus nombres. Pero ellos, que supieron trascender, eran simplemente hombres. Los hombres de Mayo.

Entre los hombres de Mayo había internas y, en algún caso, enconos insalvables. Cornelio Saavedra, el presidente de la Primera Junta, estaba enfrentado con uno de los secretarios, Mariano Moreno. Viejo estigma de estas tierras: no podían coexistir en el mismo escenario. Las hipótesis más firmes, revelan que Moreno quería eliminar a Saavedra y entonces Saavedra, al parecer, resolvió eliminarlo a él. Notorios personajes de su tiempo, un contrapunto de convicciones los convirtió en las caras visibles de un proceso de transformación. Es más conocida la vida de Manuel Belgrano, vocal de la Junta y creador de la Bandera. Enjuiciado por el Comité de Seguridad Pública, años después, al morir, sólo le sobraban apremios económicos. Al propio Saavedra la Revolución de Mayo terminó empobreciéndolo. Domingo French y Antonio Luis Beruti, los incansables chisperos de la Plaza, y el vocal Juan Larrea sufrieron el oprobio del destierro. Juan José Castelli, también vocal, fue juzgado por los saavedristas.

Son datos sueltos del destino de esos hombres de Mayo los que impulsaron la Revolución. A los ojos del presente puede resultar inverosímil que French haya trabajado de cartero. O que Beruti se ganara la vida como empleado público.

Muchas de las contradicciones del movimiento de 1810, preludian desventuras posteriores de la historia argentina. La Primera Junta y los gobiernos que la sucedieron, por ejemplo, echaron mano a las confiscaciones y a los empréstitos forzosos. Estas prácticas que lastiman a la Argentina del siglo XXI ya existían hace casi doscientos años. Como los negocios devenidos negociados; como las artimañas hábilmente ejecutadas para sacar provecho del contrabando.

Con aciertos y errores, sin embargo, los hombres de Mayo dejaron un inmenso legado. Ellos tenían ideas e ideales. Y procedían en nombre del concepto de Patria. Por eso el 25 de Mayo es la fecha que toca como ninguna otra la cuerda de la sensibilidad argentina.

Hoy, en estos penosos momentos de crisis, ese mensaje de la Revolución de Mayo adquiere una significación insoslayable. No parece casual el auge de la literatura que rescata capítulos históricos de la Argentina. Como pocas veces, las historias de la Historia reclutan apasionados seguidores a través de libros, diarios, Internet, programas radiales y televisivos. Como pocas veces, también, la actualidad obliga a mirarnos en un espejo que no siempre reluce.

A 199 años de la Revolución no alcanza con el endeble bronce de los homenajes de ocasión. Aquellos hombres de Mayo acaso estén reclamando, desde el fondo de la Historia, que alguna vez se aprenda la lección.

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